Si se da el milagro

Seguro te pasó alguna vez que revisaste la heladera unas mil veces buscando algo rico y aunque sabes que no hay nada, y que milagrosamente nunca pasó que aparezca algo, te volvés a fijar una vez más por las dudas.
Sumale a la situación que por alguna razón tu cerebro no tiene muy claro como es el tema de hablar y no podes decir especificamente, quiero un alfajor con 10cm de dulce de leche cubierto de chocolate y lo quiero ya.
Me imagino que de entre las mil cosas que es más complejo ser Juan Pablo, el universal temita de la heladera no suele pasar desapercibido.
Mi casa tiene puertas como la mayoría de sus casas, pero debajo de las puertas de las habitaciones de mis padres, la mía, la cocina, y el comedor tienen una porterita. Un sistema que papá inventó, que en principio era la continuación de la barra de la cocina como tienen muchos bares y restoranes, pero debido la necesidad la extendió a las habitaciones ya nombradas.
La porterita tiene sus beneficios, en mi habitación por ejemplo están la mayoría de las cosas que nos gustarían conservar, otro beneficio es que podemos dejar la puerta abierta para que no quede todo el dia el cuarto cerrado, pero a la vez estás tranquilo que nadie se va a tirar un ropero encima o que tu lindo informe va a ser usado para practicar voluntariamente rasgado por tu hermano menor.
El mayor de los beneficios de las porteritas es de todas formas, en la cocina y el comedor.
Los Autistas (explico acá por si no llegan al final, hay toooda una campaña en las redes sociales por autistas jóvenes adultos que especifican que quieren ser llamados asi, AUTISTAS, acá va mi grano de arena con el tema) tienen todo un capitulo con la comida, algunos comen por color, otros por textura y otros directamente no saben parar de comer, en casa el tema es la textura y el comer sin limite.
En serio, no hay hora, pueden ser las 3 de la mañana, las 7, las 18, o las 23, Juan donde encuentre un plato va a localizar su adulto más cercano y lo va a atomizar de las millones de formas posibles que lleva ideando en 10 años para que le des comida, de preferencia alguna de olla, no interesa la hora, simplemente la quiere.
Si algun dia te toca ser ese adulto cercano, créeme vas a entender a la perfección en su idioma no verbal de que está esperando comida.
Cuando este adulto accede a responder que quiere, te acompaña o te guía hasta la portera del comedor para aclararte por si no entendiste que la necesidad acá es comida.
Si por el contrario ya estás en la cocina o comedor, se para en la respectiva portera esperando que reacciones con cara de MUJER ME ESTOY MURIENDO POR DIOS TE LO PIDO. Aunque lleve 5 platos de fideos en media hora.
Ahí tenes que sacar a relucir tu sentido común o directamente fijarte que vas a tener que volver a cocinar porque ya se bajó una olla y explicarle con mucha paciencia y sabiendo de antemano que se va a enojar, la catástrofe de que ya no queda más, o peor que ya está lleno.
Puede pasar también que no haya nada, porque recién estás cocinando, y claro como insistencia acá no falta le abris todas las porteras para que verifique que EN SERIO NO HAY NADA, entonces abre la heladera unas 500 veces y observa detalladamente que hay. La cierra, la vuelve a abrir, la cierra con cara de insatisfacción, mira por otros lados, la vuelve a abrir, como esperando agarrar infraganti una milanesa haciendose repentinamente en un plato. 
Nunca pasó, pero si saben de alguien que se le de el milagro ya saben como contactarme.


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